Procida: la isla colorida
Es una de las islas más pequeñas del Golfo de Nápoles, sin embargo, en el 2022 fue la más grande porque fue nombrada capital de la cultura italiana.
Este lugar se ha quedado fuera del turismo masivo por lo tanto ha conservado su original belleza mediterránea. La isla bien representa el concepto: “La identidad es un color”.
La casa de cada isleño tiene su matiz de color y todas juntas crean un pintoresco paisaje donde una paleta de colores se refleja en el azul del mar.
Tiene una arquitectura urbana original por sus calles enredadas y por las casas construidas una arriba de la otra. En el punto más alto de la isla se encuentra la “Terra Murata”, donde hay un castillo que fue utilizado como prisión por mucho tiempo y la Abadía de San Michele que tiene sus interesantes adornos y obras de arte.
El lugar más característico y pintoresco de la isla se llama: “Corricella”. Es una aldea de pescadores con un pequeño puerto que se hizo famosa cuando ahí se ambientó la película ganadora de varios Oscar de Hollywood: “El postino”.
La atmosfera mediterránea, el lento ritmo de la vida y los colores de la isla te hechizaran.
Itinerario
El tour empieza en Muelle Beverello en el puerto de Nápoles. Después el encuentro con el guía tomará el barco para llegar a la isla.
Ahí irá caminando por el pueblo hasta llegar en el lugar mas alto de la isla: “Terra murata“. En este sitio visitará la basílica de San Miguel y hará una pauta para tomar un refresco.
La gira sigue andando hasta llegar al pintoresco pueblo de pescadores llamado: “La Corricella”.
En este lugar muy característico se almorzará en restaurante típico.
Al terminar regresará al puerto de la isla para volver con el barco a Nápoles.
Tour privado 100%
6 horas
Tour en español
Tour en barco y a pie
Traslado desde el hotel u otro lugar público sobre pedido y para cotizar
Punto de encuentro oficina de boletos Muelle Beverello puerto de Nápoles
Almuerzo, extra y boletos no incluidos
Desde 80€ (min. 4 personas)
Reservas e información
L’isola dai cento colori e cento scorci
Non ho visto monumenti storici importanti, ma è valsa la pena di fare il viaggio. La fusione fra mare e cielo è interrotta dalla sagoma dell’isola, ma è allo sbarco che vieni sorpreso dai colori vivaci e caldi. Certo devi camminare, salire e scendere scale ma quando ti fermi a prendere fiato, puoi godere di scorci da fotografare. La meritata pausa nel piccolo ristorante della baia ci ha aiutato a ripartire per completare la visita e riprendere il traghetto con un poco di nostalgia. Tornerò.
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